Cuando pensamos en películas sobre el
holocausto, creemos que ya todo se ha dicho; Vemos cintas de gente
sobreviviendo dentro o fuera de los campos de concentración como “jojo Rabbit”, de familias migrando como “la lista de Schindler”, también tenemos
películas de cazadores de nazis como “bastardos
sin gloria”. Las conocemos cursis como “la
vida es bella” y terriblemente desesperanzadoras como la magistral “el pianista”, por ello, es difícil pensar
que una película que toca dicho tema resulte novedosa o nos presente una mirada
distinta a las que ya conocemos, sin embargo, Jonathan Glazer (uno de los
directores más visionarios pero poco prolífico) nos muestra una nueva y
retorcida historia sobre el comandante nazi Rudolf Höss (Christian Friedel), su familia y su día a día
viviendo en una idílica casa de campo donde cuidar el jardín o limpiar la
alberca resultan las cosas más entretenidas de su vida, ello hasta que
descubrimos que a dicho paraíso solo lo separa de Auschwitz un muro, no
obstante, para ellos poco importa lo que ocurre del otro lado de su casa, están
más interesados en mantener una posición y un rango en el ejército, por lo que
no chistaran al momento de ejecutar órdenes.
La película es apabullante a todo
nivel; nunca veremos ejecuciones graficas o judíos llorando, en su lugar, el director ha
creado una especie de telerrealidad, -dejando ocultas cámaras fijas en los sets-,
para así poder ver todos los ángulos de la casa, acompañados de la que sin
lugar a dudas es la mejor edición de sonido no solo del año, sino de la década,
y es que lo que ocurre a nivel técnico es por mucho algo pocas veces visto, acá
el peso del sonido es increíble. Asimismo, Glazer retrata de una manera
magistral la despersonalización y la falta de humildad y empatía sin necesidad
de mostrarnos más nada que una fotografía esplendida tanto en cuadros abiertos
como en primeros planos, misma que supera por mucho a las nominadas en esa categoría
(mejor fotografía) y que lamentablemente “zona
de interés” no logró (pero si la cursi “Maestro”).
El guion es una adaptación del libro
del mismo título de Martin Amis, pero al ver la cinta de inmediato pensarán también
en ese otro gran ensayo de Hannah Arendt: “Eichmann en Jerusalén: Un estudio sobre la banalidad del mal ” (de hecho Glazer, quien también
es guionista, reconoce la gran influencia al momento de hacer la adaptación) y
es que el concepto de Arendt sobre “la banalidad del mal” toma una nueva dimensión;
acá lo que descubrimos no es el “lado humano” de Höss, tampoco lo vemos como un
monstruo dañado psicológicamente, no, acá lo que veremos es algo más complejo;
una profunda enajenación ente el poder, una posición burocrática basada en
imperativos legales deformados a su conveniencia, una dificultad para pensar
por sí mismo y optar por dejar las decisiones a alguien más, dando como resultado
esa solución final de la que ya todos estamos enterados. Igualmente pone en
evidencia la posición subjetiva frente y por el poder, y nos eriza la piel al
mostrar una maldad bárbara por parte de la esposa del comandante -interpretada
estupendamente por la laureada Sandra Hüller-, pero sin necesidad de desvivir
directamente a nadie, no, ella demuestra su maldad en situaciones comunes como probándose
un abrigo que fue de alguien más, dando órdenes mientras desayuna o peor aún,
en ese intenso dialogo que mantiene junto a su madre donde hablan “de cortinas” y que personalmente me dejó con un nudo en la garganta.
Acá todo está bien, las actuaciones de Sandra y Christian que te dejan frio, los diálogos punzantes, lo que vemos y más aún, lo que no vemos,
pero escuchamos, esas escenas “sutiles” donde vemos un acto sin consentimiento
por parte del comandante hacia una empleada judía para después ir a arropar a
sus hijos. Para rematar, veremos cómo los hijos nacionalistas son arrullados
con cuentos para dormir y mientras ello ocurre se sobrepone un filtro donde Glazer
nos muestra una pesadilla que de verdad les dejará pensando por días. “Zona de interés” es pues la cinta mejor
dirigida del 2023 y una de mis 5 favoritas filmadas ese año. Eso sí, véanla en
cines, en su idioma original y en un horario donde tengan la sala medio vacía
para poder disfrutar ese sonido que los va a envolver de manera demencial.
Kone Arrevillaga
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