"POOR THINGS"

 

Ha estrenado la última y fantasiosa cinta de Yorgos Lanthimos “poor things”, la cual presenta una premisa bastante interesante y que ha desatado un sinfín de conversaciones respecto a si es una obra maestra o un producto que se olvidará en unos meses. Hoy día, cuando cada vez resulta más difícil sorprender e impactar al público, el director griego ha apostado a una historia semejante a la de Frankenstein, pero con una protagonista femenina que está en búsqueda de sí misma y el resultado, pues…

 

Hay mucho que decir, así que empecemos por lo visual, ya que ahí hay gran encanto, el diseño de producción retoma el estilo “steampunk” que mezcla lo victoriano con lo futurista, nada nuevo pues hay todo un género de películas que tienen ese estilo, sin embargo acá el presupuesto ha sido mayor, lo que resulta en grandes sets y maravillosos paisajes que favorecen la narrativa, sin embargo, no todo lo fastuoso es bueno y como bien se dice “todo en exceso es malo” y el principal error en este caso es el descomunal uso de CGI que llega a incomodar por ser tan evidente, aunado a ello, el manejo de cámara y de filtros de “ojo de pescado” parecen novedosos y resaltan la deformidad de los personajes y de los escenarios, cosa totalmente premeditada, ya que se nos trata de poner en evidencia que hay una visión muy particular, pero volvemos al punto anterior, se usa tanto este recurso que en algún momento cansa o marea.

Siguiendo con los elementos artísticos, tenemos un conjunto de sonidos que no pretenden ser música, sino más bien ruidos incidentales y cuerdas que dan peso a la historia de una manera increíble y que de inmediato me remitieron a “drawing restraint 9”, -ese viaje onírico de Matthew Barney con Björk-. Lo mismo pasa con el vestuario, todos los looks creados por la diseñadora Holly Waddington parecen sacados de alguna casa de alta costura y a mi parecer estos elementos –vestuario y música- son lo mejor de toda la cinta.


Por otro lado, las actuaciones son formidables, no en vano Emma Stone es la gran favorita para levantar por segunda vez la estatuilla de la academia y junto a ella un trio que incluye a Mark Ruffalo, William Dafoe y Ramy Youssef, todos perfectamente en su papel, ya sea como un científico deformado, un abogado poco ético o un incipiente aprendiz de medico con una gran empatía por el mundo, los cuatro derrochan una química increíble que mantiene fresca la película en todo momento, por lo que el ensamble es nuevamente un acierto para Lanthimos.


Dicho lo anterior demos paso a lo verdaderamente criticable; el guion y sus argumentos que me han sacado canas verdes, y ojo acá, ya que algunos de mis puntos requieren señalar situaciones que podrían leerse como spoilers, pero que resultan necesarios, así que si usted no la ha visto siga leyendo bajo su propio riesgo.

 

La premisa es la siguiente; Victoria ha decidido suicidarse, por lo que –aun estando embarazada- lleva a cabo su deseo, sin embargo, un científico que juega a ser Dios, decide coartarle su plan y aprovechando el último aliento de la mujer, le extirpa el cerebro y le implanta el de la hija nonata, deshaciéndose del cerebro de la moribunda y del cuerpo de la cría para dar lugar a una especie de Frankenstein femenino con el intelecto de una infante, así pues, el científico Godwin Baxter renombra a su nueva creación como “Bella“ y la trata como si fuera su hija, (ojo aquí con el nombre “GOD/WIN” -sí, ese que en ingles se lee como “Dios gana”-) así entonces Godwin y Bella habitan un castillo victoriano donde no hay reglas, pues bajo un falso libre albedrio Bella puede descubrir el mundo a su antojo, eso sí, siempre bajo la visión paternalista del doctor, quien –sin consentimiento de ella- ha buscado a un aprendiz para que monitoree a su creación y de paso la despose, sin embargo antes de esa unión, Bella conoce a Duncan Wedderburn, un Don Juan con quien experimenta su despertar sexual y “¿decide?” huir con él, y aquí estamos frente a un posicionamiento importante, pues aun cuando el cuerpo es el de una mujer fértil, el cerebro sigue siendo el de una niña, luego entones ¿Yorgos nos ha envuelto en una película que romantiza el abuso de menores? Dejemos esa duda en la mesa y sigamos adelante.


Durante la aventura, Bella va conociendo a nuevos personajes que le ayudan a descubrir distintas maneras de ver la vida y que la invitan a replantearse lo que conoce, no solo en lo sexual, sino en lo político, filosófico y económico, por lo que mientras recorre el mundo, decide que ni lo que le ofrece Duncan ni lo que vivía en Londres le es suficiente, por lo que en una escala en Paris inicia -conscientemente- una vida como prostituta, lo que lleva a la locura a Wedderburn, quien en su limitada y machista visión del mundo, creía que Bella era de su propiedad. Y es aquí, mientras nuestra protagonista vive en un burdel parisino que la cinta toma su mejor momento, pues la emancipación es evidente; Bella ya no es ninguna niña, pero ha crecido sin culpas ni vergüenza, lo que la ha convertido en una mujer fuerte, libre y pensadora, tan pensadora que critica toda la estructura patriarcal de la época y concluye que su cuerpo es su mejor medio de producción, una verdadera y fantástica revelación que le abre las puertas a un nuevo mundo; el de la ciencia –que en ese momento es gobernado por hombres-.

 

Ahora pues, todo bien con el viaje de descubrimiento, pero no dejo de pensar ¿por qué este viaje no pudo hacerlo cuando aún era Victoria?, ¿porque tuvo que ser revivida por un hombre llamado “Dios gana” para poder saberse libre?, y libre es entrecomillado, pues todas las decisiones que Bella toma son siempre dispuestas por lo que ese hombre le presenta; es él quien le inserta tanto a Max como a Duncan, toda vez que no le revela su verdadero origen hasta que no tiene otra alternativa.


Hay quienes han dicho que no es para todos y que “es fuerte” (solo porque hay desnudos explícitos), pero creo que varios de los temas que aborda se han manejado más sabiamente en cintas como “ninfómana” y “rompiendo las olas”, ambas de Lars Von Trier, o la increíble “eraserhead” de David Lynch, incluso la futurista “Brazil” de Terry Gilliam, sumado a ello, basta con leer “3 ensayos de una teoría sexual” de Freud, “el capital” de Marx y el mismo “Frankenstein” de Mary Shelley para descubrir que Lanthimos ha mezclado todo lo anterior, lo ha filtrado y le ha puesto edulcorantes hollywoodescos para vendernos espejitos que brillan bajo el argumento de “una película revolucionaria”, pero no se dejen engañar, bajo unas increíbles actuaciones y un vestuario que podría haber sido una gran pasarela de Margiela, el guion es torpe y aunque trata, creo que tiene muchos desaciertos, pero el más grande es querer contarnos la idea de una liberación cuando todos los pasos de nuestra protagonista están perfectamente planeados por su maquiavélico creador, así que no hay ninguna diferencia entre esta falsa libertad punk y la frase que cualquier tía les diría “Dios sabe porque hace las cosas…”

Kone Arrevillaga


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