"TODOS SOMOS EXTRAÑOS"


 La premisa es la siguiente: Adam tiene 13 años, vive con sus padres (Claire Foy y Jamie Bell) y tiene un secreto del que –seguramente- todos saben, pero nadie habla en voz alta, llega la noche de navidad y sus padres salen a festejar, él se queda en casa. Esa misma noche sus progenitores mueren en un accidente y Adam queda al cuidado de su abuela… Pasan 30 años y ahora Adam adulto (Andrew Scott) es un cuarentón que escribe guiones mientras pasa la mayor parte del tiempo solo en su departamento en Londres que se encuentra en un complejo habitacional prácticamente vacío, hasta que una noche, conoce a Harry (Paul Mescal), quien al parecer es su único vecino. A partir de ese primer encuentro, Adam se ve envuelto en un viaje onírico donde contacta con sus padres y pueden tener esas charlas que la vida no les permitió, todo ello ocurre paralelo a la relación amorosa que Adam y Harry van gestando y la historia se narra entre sueños y abrazos no dados que me rompieron desde los primeros 5 minutos.


Por supuesto pensé en mis padres, en la muerte de uno de ellos y como hoy -16 años después- sigo recordando las charlas que teníamos cuando era un niño, pero más aún, esas charlas que suelo tener con “su fantasma” siendo ya un adulto; esas veces que le he preguntado “¿tú qué harías pa?”… por ello, más allá de verla como una cinta de amor o de fantasmas, “todos somos extraños” fue un reencuentro con mi yo del pasado, ese niño que leía revistas de dinosaurios y posteriormente el adolescente que devoraba la “Vogue” y la “Harper´s Bazaar”, al igual que el protagonista, tengo sentimientos encontrados con mis recuerdos navideños y casi siempre la paso bien en soledad. Además, los últimos 2 años he salido con un chico más joven que yo (tal como Adam hace en esta cinta), él también parece sentirse cómodo siendo un tanto queer y menos heteronormado que yo, y aunque no es Paul Mescal, ambos tienen esa mirada de melancolía a la que uno difícilmente puede negarse, así que yo pensaba que iría a ver una peli de amor y resultó en una sesión donde reviví recuerdos que me parecen únicos pero que seguramente varios hombres homosexuales han pasado por ahí, convirtiéndose en una de las películas más vivenciales que recuerdo.


Por otro lado, me hizo volver a sentir el hastió y la rutina que todos acabamos de pasar por la pandemia que nos azotó, y el cómo tener a algún ser querido cerca nos sirvió para tolerar tal situación, así pues, las muertes, duelos, pandemias o navidades suelen ser más llevaderas cuando tenemos un hombro o una mano que tomar.


Y como si no fuera suficientemente vivida, la canción principal es de los pet shop boys, una de las bandas favoritas de mi mamá, así que en cuanto sonó, de inmediato sentí que me iba a partir en dos… Pero vaya, mientras leo lo que escribo, pareciera que la pasé mal, pero no se confundan, ese llanto y esos recuerdos terminaron con un buen sabor de boca, reviví mis veranos en Ixtapa, los sábados de rentar películas y las excelentes explicaciones de mi papá sobre quien dirigía y porque era alguien importante en el mundo del celuloide, recordé no solo las malas navidades, también los domingos en el estadio y en el mercado de Naucalpan, y si bien, el año pasado “aftersun” me hizo reconectar con todo eso, ahora “todos somos extraños” me permitió reconciliar con aquellos fantasmas que a veces solo necesitan saberse liberados para poder seguir su camino.


Ahora bien, mas allá de que resultó ser una sesión de análisis para mí, la cinta es una belleza en todos los sentidos, el guion te lleva a la fantasía, el amor e incluso el terror. Las actuaciones de los 4 personajes debieron estar en todas las premiaciones pasadas (aunque solo llegaron a los BAFTAS), y lo que ocurre con la fotografía y la iluminación es apabullante; te hace sentir en un sueño etéreo o un viaje de éxtasis en varios momentos. Las emociones que despiertan las actuaciones son reales y demuestran que casi siempre vale más una buena historia que cientos de explosiones o súperhéroes, la narrativa de los deseos y traumas importa más que el hecho de saber si hay o no fantasmas en la cinta y los diálogos tremendamente filosóficos te erizan la piel.


No sé si aún la encuentren en salas de arte o si llegara a alguna plataforma pronto, pero ojalá tengan la oportunidad de verla y si tienen suerte, revivir un poco de aquello que les ha traído a este presente.

Kone Arrevillaga.


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