"HASTA LOS HUESOS"

 

En 2017 Luca Guadagnino escribió, dirigió y produjo “call me by your name”, una joya de arte que de inmediato se convirtió en un clásico de esos que se atesoran, gran parte del éxito se debió a la química entre los protagonistas; un renombrado y famoso Armie Hammer (al menos en ese momento lo era) y un carismático y emergente Timothée Chalamet. Para 2022, Guadagnino utiliza una formula muy similar y dirige, coescribe y coproduce una nueva historia de amor; vuelve a valerse de un actor en ciernes y un talento emergente. La diferencia es que ahora la estrella es Chalamet, quien en 2017 era el novato, con ese contexto pasemos pues a nuestra reseña de la semana: “hasta los huesos”.


Basada en la novela homónima de Camille DeAngelis, “hasta los huesos” nos cuenta la historia de Maren (Taylor Russell) una chica que recién cumplió la mayoría de edad y que ha sido abandonada por su padre debido a un motivo muy particular; Maren es una caníbal y su padre se ha cansado de ello. De hecho, desde los primeros minutos de la cinta veremos una secuela donde queda en claro la verdadera esencia de Maren, quien decide iniciar un viaje para ir en búsqueda de su desaparecida madre, la cual –según cree nuestra protagonista- le podrá dar respuestas sobre su origen. Durante su viaje conocerá a otros caníbales, como Sully (el ganador del Oscar Mark Rylance) y Lee (Chalamet), el primero le dará una serie de lecciones que posteriormente le serán útiles y con el segundo creará una conexión especial que les llevará no solo por un viaje de carretera sino más bien por un viaje de descubrimiento personal.


Ahora bien, “hasta los huesos” resulta gráfica y un tanto gore en lo referente al tema de canibalismo, sin embargo –para bien de muchos- no llega al horror corporal de “voraz” o “la noche devoró al mundo”, mucho menos al terror de “masacre en Texas” o al amarillismo de “holocausto caníbal”, de hecho, creo su clasificación “C” resulta exagerada, pues en comparación con cintas del tipo esta se centra más en otros elementos y no en la matanza como tal (aunque también la hay, deben saberlo), pero bueno, el tema en si siempre ha resultado un tabú –a pesar de que siempre ha existido-.


“Hasta los huesos” es más una roadtrip movie (una cinta donde un viaje en carretera termina siendo una revelación o el protagonista tiene algún tipo de epifanía mientras recorre carreteras) pues uno de los temas centrales es la posición que Maren tiene frente a su condición y el cómo mientras más ciudades recorren y va conociendo distintos tipos de caníbales (los agresivos, asesinos, aquellos que no matan sino que esperan cerca de algún moribundo, incluso aquellos que no son propiamente devoradores, sino observadores) ella debe forjar su propio camino, sin embargo, los giros de tuerca siempre están presentes y ello mantiene el ritmo de la cinta.


El principal acierto aquí son las actuaciones, vaya, ya sabemos que Chalamet es uno de los mejores de su generación y acá mantiene ese look andrógino/queer que tanto le ha funcionado junto a la personalidad del poeta incomprendido, desgarbado, antisistema y fumador, un hibrido entre su rol en “the french dispatch” y el de “ladybird”. Por otro lado, Taylor Russell obtiene el protagonismo que no tuvo en “las olas” y se lleva todas las escenas; esa cara y cuerpo de gatita mojada le permiten mostrar la vulnerabilidad que el personaje amerita y lo hace de la mejor manera. Incluso creo que tiene mucho más rango actoral pues Chalamet se encuentra en una zona de confort y ella debe demostrar que está a la par, y créanme, está ESPECTACULAR. Y para finalizar el trio de actuaciones, tenemos a Mark Rylance como el raro Sully, ese caníbal que nunca terminas de saber que está tramando y bueno, lo que Mark hace con su voz, sus movimientos y sobre todo sus ojos, lo llevan a tener la que para mí es la mejor actuación de reparto del año (tiembla KeQuan, tiembla), así que en temas actorales la cinta lo tiene todo.


Ahora bien, los subtemas que se tocan resultan bien interesantes; este viaje en carretera se da a inicios de los 90s y atraviesa esos pueblos de la América olvidada, pueblos pobres, donde abundan las camionetas inservibles y los radiadores oxidados, esa América republicana que aprueba las armas. Aquí la cinta pierde ese lujo que tanto le gusta a Guadagnino y se parece más a la América que suele retratar Sean Baker (“red rocket”, “the Florida proyect”) incluso por momentos se parece un poco a la obra de Chloé Zhao “Nomadland” –con todo y esos cielos morados melancólicos-, pero ojo, nada de eso es queja, todo lo contrario.


Por último, volvamos al tema del que tanto se ha hablado: el canibalismo. Personalmente me resulta incómodo, y no por mojigato o porque me de miedo, sino porque al poner a una pareja de enamorados recorriendo Estados Unidos juntos mientras van descubriendo lo mucho que se aman… no sé, siento que es una forma de romantizar el acto y decir “si, son caníbales y matan gente, pero mira cómo se cuidan”, y pues eso a mí no me deja tranquilo. Ahora bien, mi lectura de inmediato hace referencia a la adicción, veamos; varios caníbales se comportan como adictos, ya sea como adictos activos o en proceso de desintoxicación y entonces ahí, cuando contextualizas y das forma a los actos, solo ahí puede que se entienda un poco más su proceder (que entender no es sinónimo de justificar, aclaro).


Al final, la cinta mantiene un pequeño y casi imperceptible halo de moral, lo que personalmente me llevó a pensarla como un roadtrip/romántico con un fondo gore, y solo así es como puede funcionar, pero lejos –muy lejos- está de ser una cinta de terror, no importa cuanta sangre y huesos veamos. Puede llegar a sentirse incomoda y fría, pero reitero, nada al nivel de “voraz”, por lo que mi postura sería algo como: “es la “crepúsculo” en cintas del genero caníbal”.

 

Kone Arrevillaga.




 

 

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