"ELVIS"

 

Era 1997 y recuerdo haber visto por primera vez “Romeo + Julieta”, la segunda cinta del -hasta entonces desconocido para mi- Baz Luhrmann, si bien en otra entrada ya les conté todo lo que esa película significa para mí, sin duda el trabajo del director marcó mi manera de entender el cine; esa mezcla del inglés antiguo con paisajes mexicanos y los Montesco y Capuleto ataviados en Prada mientras declaman versos en Miami. Una colorida mezcla que repitió 5 años después con la magistral “Moulin Rouge!”, cinta llena de color, versos de canciones clásicas mezclados con nuevos sonidos y un diseño de producción aún más estrafalario. Luego en 2008 vino ese ex que todos quisiéramos olvidar llamado “Australia”. Sin embargo, para 2013 Luhrmann volvió a trabajar con DiCaprio en la casi perfecta “el gran Gatsby” una adaptación del libro mas icónico del  Fritzgerald y así selló su propio y muy particular estilo, no solo como director, sino como guionista y productor, demostrando, -posiblemente junto a Wes Anderson- que el cine pop también puede ser cine de autor.


Ahora bien, casi 10 años después el australiano regresa con la biopic del cantante mas famoso del mundo, aquel que sentó las bases para los rockstar y showman actuales, el único y original Elvis Aaron Presley y conociendo ahora el cine de Baz Luhrmann, creo que no había mejor persona para llevar a la pantalla esta historia, pues pensar en Elvis es pensar en excesos, en luces y diamantes, pero también en sombras y en un ser atormentado por su pasado. Elementos siempre presentes en las historias del director.


Al ser un hombre tan mediático, la vida, obra y muerte de Elvis seguramente ya la conocen, sin embargo, el director hace lo que siempre con sus protagonistas; convierte la historia de este en una versión de Ulises y mezcla la odisea con la vida del intérprete -cosa que ya habíamos visto con Christian (Ewan McGregor), el atormentado poeta de “Moulin Rouge!” Y con Jay Gatsby (Leo DiCaprio). Todos ellos son ese héroe que se va autodestruyendo mientras mas se acerca a lo que podríamos definir como “el sueño americano”, pues bien, Elvis no es la excepción y -como ya todos sabemos- mientras era nombrado el rey del rock, el hombre más famoso del mundo y el artista que mas discos ha vendido hasta ahora, Elvis se hundía en barbitúricos, demandas y un divorcio escandaloso.


Aunque si bien la cinta deja muchos aspectos de lado, -especialmente lo que tiene que ver con la creación de las canciones-, da una idea muy clara de la psicología de Elvis, ese hombre de granja que decide alcanzar la agalma o la eternidad sin saber lo que realmente cuesta, convirtiéndose así en un Sísifo que debe pagar un precio muy alto para mantener su lugar en el firmamento. Un mortal que sueña con ser un superhéroe y rescatarse a si y a todos a su alrededor.


En cuestión de ensamble la película lo tiene todo a nivel maximalista; un derroche de vestuario, maquillaje, edición y sonido por parte del equipo que ha trabajado a lo largo de los años con Baz Luhrmann y su esposa, la 4 veces ganadora del Oscar Catherine Martin, quien es la diseñadora del vestuario y diseño de producción en todas sus cintas, así que con esa premisa seguramente estaremos frente a una de las grandes nominadas a la próxima entrega de premios y aunque todo aquí es excesivo y apabullante ¿no son esas las palabras que usamos cuando pensamos en Elvis? Por eso reitero que no había mejor opción que un director que su estilo es sinónimo de opulencia para narrar este espectáculo.


En cuestión actoral Austin Butler ha resultado una grata sorpresa, no solo ha logrado recrear recovecos y ademanes del rey, sino que por momentos olvidas que es él y te sumerges en el personaje. Con Tom Hanks, quien toma el papel del coronel Tom Parker -el representante de Elvis y convertido en villano a través de los años por los malos manejos financieros y su adicción al juego- pasa lo contrario, no importa cuantas prótesis tenga, siempre piensas en Hanks disfrazado del pingüino, aun así también da una buena actuación (presten especial atención a los acentos y tonos de voz de ambos porque eso le da una riqueza enorme a la cinta).


Y claro que habrá comparaciones con “bohemian rapshody”, “rocketman” y cualquier biopic de músicos, pero el sello de Luhrmann pone a Elvis en un nivel superior, especialmente en cuestión musical, donde nuevamente mezcla la música de Elvis con cantantes actuales como Doja Cat o Eminen, para -como siempre- darnos un soundtrack potente, pero en esta ocasión mucho mejor trabajado, por lo que saldrán de la sala llenos de adrenalina gracias a las canciones icónicas del rey y estas nuevas versiones que te llevan a querer escucharlas todo el día a todo volumen.


El principal problema con la cinta es que, al ser tan frenética, pretende abarcar mucho, por lo que vemos desde el nacimiento de la leyenda hasta su muerte, y querer contar 30 años de la vida de Elvis en una cinta, pues deja muchos cabos sueltos, no profundiza realmente en algún tema, ya sea su amor con Priscila, la relación con sus padres, el escrutinio de la prensa, el boicot del gobierno contra su música, su incursión en el ejecito, su adicción a las drogas y a la fama. Todo está, pero nada cae realmente y eso puede resultar en una cinta larga por momentos, sobre todo si no eres fan del cine de este autor, pues si eres fiel a sus cintas sabes que esperar.


Finalmente pensar en Elvis es pensar en la historia de Estados Unidos y por ello, aquí veremos toda la energía de América y los cambios que hubo entre los 50´s y 70´s, no solo musicales, sino políticos, culturales, raciales y hasta el auge del cine y la televisión, sin embargo, creo que todo ello tiene sentido, pues fue justo ese momento tan especifico que convirtió a Elvis no solo en la leyenda, sino en casi el mito del sueño americano por antonomasia.

Kone Arrevillaga




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