"LA PEOR PERSONA DEL MUNDO" Y "LICORICE PIZZA"

 
 

A unos días de la entrega del premio de la academia, aun podemos ver en salas seleccionadas dos cintas de autor que han llegado a la temporada de premios como favoritas en muchas categorías. “Licorice Pizza”; que ostenta tres nominaciones al Oscar -mejor película, director y guion original- y “la peor persona del mundo”, que compite por el premio a guion y a película extranjera. Ambas del corte de tragicomedia romántica. La primera del maravilloso Paul Thomas Anderson y la segunda de Joachim Trier, quien se ha declarado fan de Thomas Anderson, quien a su vez a calificado a “la peor persona…” como su película favorita del año. Pero no solo las une la admiración mutua de sus directores (que también son guionistas de sus propias cintas) y la cantidad de premios que han sembrado -como el de mejor actriz en Cannes para Renate Reinsve por “la peor persona…”- sino que además hay varios paralelismos que me llevaron a hacer una sola entrada para hablar de ambas:

 

De inicio, las dos narran un momento muy peculiar en la vida de los protagonistas: el enamoramiento y lo que este conlleva, porque si algo tienen es que son cintas de amor, pero no del amor romántico y utópico al estilo Disney o Spielberg, sino más bien del tipo real, del que está lleno de altibajos y sinsabores (quien conoce las cintas de ambos directores sabe que esperar). En “Licorice Pizza” conocemos a Gary y Alana (Cooper Hoffman y Alana Haim), una pareja por demás peculiar; él es un adolescente que en su momento fue un actor infantil y al crecer ha perdido el encanto y por ende su carrera ha terminado antes de haber cumplido 16, Alana es una joven veinteañera atrapada en una familia judía y desea salir del valle de San Fernando en California. Poco a poco entablan una relación que los llevará a iniciar negocios juntos mientras viven una serie de calamidades irrisorias que los lleva a encontrar eso que no sabían que estaban buscando (dicho sea de paso, esos infortunios la hacen sumamente potente y divertida). Mientras que en “la peor persona del mundo” tenemos a Julie (Renate Reinsve), una chica noruega que está por entrar a los 30´s -con la respectiva crisis que eso implica- y en ese andar conoce a Aksel (Anders Danielsen Lie), con quien entabla una relación sexoafectiva que pronto la lleva a replantearse su futuro al mero estilo del intro de “trainspotting”: “choose a job, choose a career, choose a family…”. A primera línea pareciera que se trata de guiones o historias simples, sin embargo, es justo la cotidianeidad lo que las convierte en verdaderas joyas de la temporada.

 

En ambos casos las parejas protagónicas mantienen una diferencia de edad de casi una década, solo que en “Licorice pizza” el joven es Gary, el protagonista masculino y el “la peor persona…” Julie es la menor. No obstante, ambas relaciones servirán para darnos cuenta de que no importa la edad de ninguno, los 4 deberán pasar por diferentes y variadas crisis para “encontrar su camino” (lo que quiera que eso signifique). Una semejanza más es que los protagonistas jóvenes deciden arriesgarse mas que los mayores; inician negocios, dejan carreras, le prestan atención a sus corazonadas aunque estas no siempre resulten favorecedoras, mientras que sus contrapartes más adultas han aprendido a seguir una línea sin importar que ya se hayan hastiado de ella, y será justo el encuentro y amor lo que revolverá la vida de los 4, demostrando que ni edad, época o ciudad (una ocurre en el valle de San Fernando, California en los 70´s mientras que otra en la Noruega actual) nos salvan del existencialismo, de las dudas, de la imperiosa necesidad de “hacer algo con nuestra vida”.

 

Nos toparemos con personajes a los que podemos amar y al mismo tiempo querremos ahorcar y enojarnos con ellos por no logar entender sus motivaciones. En las dos historias hay sexo, risas, miedos, momentos íntimos, dudas que nos escupen en la cara y nos llevan a cuestionarnos si estamos viendo algo en el cine o estamos en un proceso de análisis y el hecho de que ninguno de los actores sea propiamente “famoso”, ayuda a mantener la esencia del momento, además, el carisma de los 4 resulta un deleite que nos lleva a sentir empatía y repulsión al mismo tiempo y por ende nunca vemos a “el famoso haciéndola de…” sino que es más fácil creer en el personaje y en sus dudas ante la vida. Tema aparte es que aún sigo sin entender porque ninguno llegó al Oscar cuando Renate ganó en Cannes y Alana llegó al BAFTA, al globo de oro y al Critics Choice.

 

Uno de los mejores momentos en ambas cintas es cuando los protagonistas corren, corren buscando un rayo de esperanza, corren sin saber a dónde van, pero corren ansiosos por que todo cambie, como si todo se pudiera reiniciar corriendo, y si bien la fotografía y producción de “Licorice pizza” puede parecer mejor, ese momento en que todos corren podría enlazar las dos cintas en un multiverso de cine de autor.

 

Efectivamente, “Licorice pizza” cuenta con mayores elementos en cuestión técnica -no solo por la experiencia y meticulosidad de su director-, y a mi parecer tiene unos de los mejores planos fotográficos del año, tomas y cortes que te invitan a enamorarte de California, un vestuario lleno de nostalgia, actores invitados (como Bradley Cooper o Sean Penn) y por supuesto la maravillosa música de Jonny Greenwood -sí, el tecladista de Radiohead se dio el tiempo para componer esta música, la de “the power of the dog” y “Spencer”, todo el mismo año, piensen en eso cada vez que su pretexto para hacer algo sea la pandemia-. No obstante, hay una escena en “la peor persona…” que relaciona hongos alucinógenos y lleva la cinta a otro nivel, hay referencias Freudianas y Shakespeareanas no solo en los diálogos, sino en las epifanías de Julie y ya con eso se convierte en una de mis cintas predilectas del año.

 

Al final del día creo que el premio a mejor guion puede ser para Licorice pizza, sin embargo, luego de ver la carrera por el Oscar, todo indica que la ganadora será otra, será la ópera prima de Maggie Gyllenhaal, pero a estas alturas eso ya no importa. Lo que verdaderamente vale la pena es que cacen estas dos piezas indies y las usen como pretexto para reír y llorar en el cine, porque eso sí, en ambas hay hartas escenas de esas donde las emociones se desbordan y terminas teniendo descubrimientos que te ponen de buenas cuando prenden las luces. En definitiva, ambas son de lo mejor del año y ofrecen una catedra de actuación y frescura tan necesaria hoy día.


Kone Arrevillaga.

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