UN DÍA LLUVIOSO EN NUEVA YORK
Si hay un director que se ha mantenido fiel a su estilo, ese sin duda es Woody Allen; sin importar que se trate de un drama o una comedia su sello personal está ahí, desde que la película inicia con los créditos por orden de aparición en su ya característica tipografía, la música (casi siempre jazz), un diseño de producción lleno de clase y un gusto refinado, una fotografía irrepetible y sobre todo diálogos finamente pensados, siempre haciendo referencia a un nivel cultural arriba del promedio, y –lo mejor- parafreseando a Freud a través de personajes atormentados en sus pequeños dramas personales. Eso es lo que desde el minuto uno vemos en su cine y en “un día lluvioso en NY” no es la excepción.
La descripción de la pareja protagónica es la siguiente; Gatsby (Timothée Chalamet) es un chico neoyorquino que no ha tenido preocupaciones financieras en su vida pues sus padres han amasado una gran fortuna que él ha disfrutado en los mejores bares y restaurantes de la gran manzana, sin embargo su alma vieja y bohemia le hace ser el clásico neurótico freudiano, lleno de ambivalencias, dubitativo y vacílante, un amante tibio, poco pasional y más bien enamorado de la añoranza de otra época. Yo me imaginaba al famoso paciente de Freud “el hombre de las ratas”, siempre atormentado y sin tener en claro qué es lo que realmente quiere en la vida. Por otro lado, tenemos a su novia, Ashleigh (Elle Fanning), una reportera universitaria mucho más jovial y risueña que él, ella es la clásica reina de belleza de Arizona; rubia, angelical, con un aire de ilusa y con los más característicos rasgos de una histérica de libro que cualquier psicoanalista amaría, "sufre" de hipo cada que se siente nerviosa o cada que se encuentra frente a alguna situación donde hay un ápice de tensión sexual, pero contradictoriamente su dulzura despierta las más bajas pasiones de todo hombre que la conoce.
Gatsby y Ashleigh deberán pasar el fin de semana en NY debido a que a ella se le presenta la oportunidad de entrevistar a un afamado director de cine (Liev Schreiber). Mientras Gatsby solo piensa en mostrarle la ciudad, se ven envueltos en las más divertidas y extrañas anécdotas que terminan llevando a cada uno a distintas situaciones por separado. Ashleigh acaba envuelta en líos de crisis creativas de un director con bloqueos artísticos, infidelidades de una pareja, hasta aparecer en los tabloides a lado de un latin lover (Diego Luna). Mientras tanto, Gatsby se va reencontrando con una serie de hilarantes personajes, como un excompañero de clases pretencioso e insoportable, su hermano (y el peculiar problema con su futura esposa), la sarcástica e irreverente hermana menor de su ex (Selena Gómez) hasta una escort que será el detonante de un giro en la historia y de paso, la causante de uno de los mejores diálogos madre e hijo que hemos visto en el cine actual. Y mientras uno piensa “si claro, vas a una de las ciudades más pobladas del mundo y te vas a encontrar a todos tus conocidos”, pero luego recuerdo que fue así como mi prometido y yo nos terminamos encontrando a un amigo suyo en Miami y que en más de una ocasión he coincidido con mi mejor amiga en sitios donde ninguno de los dos sabía que estaríamos, así que supongo que de esas casualidades habla Woody Allen.
La película resulta todo un deleite, Timothée Chalamet logra englobar todos los recovecos autobiográficos que los personajes masculinos tienen en las cintas del director y Elle Fanning da una de sus mejores y más etéreas interpretaciones. Para mí fue como saborear un helado de vainilla; simple, básica, ligera y cursi, pero al mismo tiempo la disfruté enormemente. Es claro que no es la mejor cinta de Allen, está llena de clichés y de cosas irrisorias, pero aun haciendo una película insulsa, el neoyorkino nos regala una pieza sumamente disfrutable. Si miran a detalle, notarán que “Un día lluvioso en Nueva York” resulta casi un manifiesto sobre la anacronía. Sus protagonistas son millenials pero actúan como personas de otro tiempo, son veinteañeros que se hospedan en suites de lujo y no en Airbnb, viajan a Manhattan y no usan uber, sino los emblemáticos taxis amarillos. Son esos pequeños detalles donde vemos el amor que Woody Allen tiene por su ciudad. Además, es una película filmada gran parte en exteriores, vemos un otoñal central park y hasta una exposición de Rodin en el MET, todo ello como para que no logremos identificar si se trata de una historia que ocurre en NY o si la historia resulta un mero pretexto para mostrarnos sitios emblemáticos de esa gran ciudad.
Tema aparte resulta toda la polémica en la que se ha visto envuelto Woody Allen durante años a raíz de un supuesto escándalo sexual del que ya le habían absuelto, pero debido a la exposición de movimientos feministas mal entendidos ha vuelto a salir a la luz y ello ha ocasionado que Amazon no distribuyera la cinta, o que algunos de sus actores se mostraran mojigatos y se arrepintieran de haber formado parte del elenco (Rebecca Hall y Timothée Chalamet incluidos) todo ello causando que la cinta pase desapercibida, especialmente en Estados Unidos, lo que la excluirá de cualquier posibilidad de premio alguno, sin embargo, como casi siempre me pasa con los films de Allen, yo salí muy contento de la cineteca y con muchas ganas de tener un día lluvioso un NY con gabardina y libro bajo el brazo incluidos.
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