THE LION KING



En días pasados les compartí en mi muro de Facebook (Kone Arrevillaga) un vídeo donde se cuentan cómo “El rey León” parece ser una copia/plagio de “Kimba; el león blanco”, una caricatura japonesa de los 60’s que trata de un león que queda huérfano y debe luchar contra su malvado tío y su squad de hienas para así retomar el trono de su padre, esto claro, con la ayuda de una leona que es su interés romántico y su mejor amigo, un tucán. Kimba era una serie, así que tenía más elementos, como cazadores, problemas ambientales y otros villanos, pero la historia central seguro les suena conocida. Toda vez que la idea de retomar el trono que ha usurpado un villano luego de la muerte del progenitor del protagonista es la historia más famosa de Shakespeare: “Hamlet” y en su momento, Disney solo aceptó haberse basado en dicha tragedia, pero la controversia por las “similitudes” que mantiene con “Kimba” permanece hoy en día. Aun así, “el rey león” se convirtió en una cinta entrañable, con dibujos hechos a mano en 2D, canciones memorables, una de las muertes más lloradas en la historia del cine, además de ser la segunda película animada en ganar el globo de oro a “mejor película musical o comedia”. Es decir, un verdadero clásico moderno.

¿Por qué tanta introducción? Porque en general, los filmes animados de Disney, ya sean plagios o no, se han convertido en toda una cultura por sí mismos y varias generaciones crecimos y lloramos con ellas, y ahora, con los live action nos encontramos con que ninguna de las nuevas versiones ha logrado el boom de su antecesora ni mediática ni culturalmente hablando y en esta ocasión, tampoco se cumple.

Sabemos que la decisión de rehacer los clásicos responde más a un interés comercial que creativo, todo con el pretexto el explotar la animación CGI y 3D, y en esta nueva versión de “El rey león”, el resultado es hiperrealista, la textura de las pieles es sensacional, el pelaje y plumaje de cada uno de los personajes fue generado pelo por pelo/pluma por pluma, los planos abiertos de la sabana nos llevan a un cuasi documental de National Geografic, incluso hay momentos donde dudé si se trataba de animación o de paisajes reales. Pero fuera de lo extremadamente detallado, si algo caracteriza a esta adaptación, es la frialdad… sí, la frialdad, ya que al hacer tan reales a los animales, se ha perdido la gestualidad que tenían los personajes, misma que nos permitía identificarnos con ellos (aún cuando sabíamos que eran una caricatura). Ahora no sabemos si temerle a Scar o a todos en general, ya que parecen verdaderos animales esperando atacar, algo así como si le pusiéramos voces a un capítulo de “Nuestro planeta” en el documental de Netflix.

Así que creo que algo es seguro en esta nueva ola, la tecnología se ha impuesto al argumento y más aún, a la emoción. Y eso lo vemos con todas las películas de Marvel, Disney, Fox, etc. en general los grandes estudios dejan de lado los guiones para enfocarse en la fastuosidad de los efectos (sobre todo en verano) y el resultado es eso, una película sorprendentemente real, que seguramente competirá a “mejores efectos especiales” y “mejor sonido”, pero carente de toda emoción, aquí nadie llorará la muerte de Mufasa como lo hicimos con la versión de 1994. Escenas que resultaban claves en la original aquí han sido eliminadas, desde el gracioso baile hawaiano de Timón y Pumba, hasta la importante lección que Rafiki le da a Simba respecto al pasado (misma que resulta medular en la historia y que incluso corrientes de psicología humanista usan como ejemplo), eso sí, escucharan “spirit”, una nueva, predecible e innecesaria canción de la reina del marketing aka Beyoncé, quien intenta opacar las magníficas composiciones de Elton John con otra aburrida canción de almas libres e indomables que seguramente llegará a las ternas de “mejor canción” para cumplir el capricho de la señora y tener que chutárnosla en las alfombras rojas de la siguiente temporada de premios.



En resumen, “el rey león” no presenta nada nuevo, ni mucho menos mejor a la original, solamente unas muy elaboradas y desangeladas animaciones y si bien no resulta un desastre, sí una decepción. La mejor muestra de ello es que quienes me han dicho que les gustó, inmediatamente dicen cosas como “me hizo recordar tanto”, lo que demuestra que más que gustarles, solo les hizo revivir la añoranza de la primera versión, la cual, 25 años después seguirá sin ser igualada con todo y la increíble animación generada por computadora, tal vez de lo más rescatable sea la voz de Chiwetel Ejiofor como Scar, pero aun así se queda muy corto frente al iconico Jeremy Irons. ¿Las demás voces? digamos que pudieron ser otros actores y nadie estaría inconforme. Afortunadamente James Earl Jones volvió para preservar el espíritu de Mufasa, cosa que claro que se agradece.

Como siempre espero sus opiniones y comentarios.

Kone Arrevillaga.





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