ROMA
Después de su paso por los
principales festivales de cine y de su ya empezada cosecha de premios por parte
de las principales asociaciones de críticos alrededor del mundo, hoy por fin
pude ver en una sala de cine “ROMA”, el nuevo filme de Alfonso Cuarón, director
que por cierto, ya me ha hecho llorar en más de una ocasión, especialmente en
su penúltimo trabajo, la maravillosa “Gravity”; y sin más, les puedo decir que lo
que va del 2018, ninguna película me conmovió tanto como lo hizo esta mañana
Roma. Olviden todo lo que han leído, visto o escuchado alrededor de la película;
que si Cuarón trata mal a su personal, que si Netflix y su manera de distribuirla
limita el que mucha gente la vea en el cine, que si todo es un show mediático,
que si Cinemex y Cinépolis deberían ajustarse a las especificaciones para poder
proyectarla, que si está cambiando la manera de hacer y distribuir cine, que si
debe o no seguir ganando premios… olviden todo eso; cuando vean la película se darán
cuenta que nada de eso importa, que lo verdaderamente medular es la historia
tan magistralmente hilada.
Cuarón ha realizado -al menos
para mí- una verdadera obra de arte al nivel de Bergman, Allen, Mastrollani y
otros de los grandes. ¿y cómo es que lo logró?, fácil, yéndose a lo más básico,
a una historia íntima y personal, pero al mismo tiempo universal, ¿y saben? al salir
de la filmoteca de la UNAM, sólo pude pensar en una película con una fórmula
parecida: “Ratatouille”, sí, y ahora les cuento qué tienen en común.
En Ratatouille está Remi “Chefsito”,
un ratón que tiene un gran don para cocinar y lo usa para cumplir su sueño de
la mano de Lingüini (un lavaplatos que nunca ha cocinado pero que gracias a Remi
alcanza la fama) y eso es lo que me ha transmitido Roma, donde Cuarón es como
Remi y gracias a su enorme talento para contar historias, ha logrado que
Yalizta Aparicio (quien jamás en su vida había actuado) nos transmita una profunda
empatía y complicidad, casi tan grande como la que alcanza Lingüini. Pero además,
cuando llega el momento cúspide de su “carrera”, -impresionar al crítico de
comida más temido de Paris- Remi opta por dejar de lado la exótica y gourmet
comida francesa, para darle a Ego (el crítico) el platillo más básico de toda
Francia, un plato de calabazas y berenjenas conocido como ratatouille (siempre
pienso que aquí sería algo así como “calabacitas a la mexicana”) todos claro, están
reacios a presentarle eso a Ego, pero cuando llega el momento, basta un bocado
para transportarlo a lo más íntimo de su infancia y bueno, el final ya lo
conocen… En este caso, el director ha hecho lo mismo que Remi y apostó por algo
básico: la historia de una familia mexicana de clase media “alta” que vive en
la época de los 70’s. El resultado ha sido el mismo que obtuvo chefsito con Ego,
o al menos a mí; me llevó a momentos clave de mi infancia, que si bien, ocurrió
en los 80’s, los dramas que nos presenta Roma son atemporales y cuando ustedes
la vean, seguramente identificarán algo de su esencia, más allá de los sonidos
del afilador o del carro de camotes y del fierro viejo, todos se sentirán
enganchados a alguna de las historias, sea con alguna de las protagonistas, los
niños o cualquiera de los personajes secundarios. Yo me identifiqué con la personalidad
del hijo más pequeño y la relación que tiene con sus hermanos. Vi también la
complicidad entre Cleo y Adela, quienes por momentos parecen hermanas y pensé
en la mía; pero también en mis tías y las historias que mi mamá me cuenta de ellas;
evoqué la historia de mis padres con los personajes de Marina de Tavira y de su
pareja en pantalla. Al final, he sentido esa nostalgia que sintió Ego al comer la
ratatouille, esa nostalgia que te llega de golpe por cosas cotidianas como una
escena de la familia en la playa o estrenando un carro. He salido de la sala
con los ojos llenos de recuerdos, con el corazón inflado de sabores y olores
del México en el que crecí, que si bien, no fue exactamente el mismo de la película,
el director lo armó de manera tan artesanal que es imposible no hacer este
viaje en el tiempo.
La cinta está hecha para verse en
cine, todos los detalles del diseño de producción, las envolturas de los
productos clásicos de los 70´s, las playeras que repartía el PRI, el jersey del
Cruz Azul, todo eso es increíblemente sutil y bien elaborado. Así que el 14 de
diciembre, cuando Netflix libere en su plataforma la película, no duden ni un
momento en verla, porque estoy seguro que a todos les llegara de una manera u
otra, tal vez les guste tanto como a mí, o tal vez no, pero lo que es un hecho
es que revivirán su propia historia y eso -junto a su increíble fotografía- creo
yo, es lo que hace de Roma, una de las mejores cintas de 2018 y es más, sin
temor a decirlo, posiblemente la mejor cinta de este año para mí.
Agradezco que me hayan leído y
espero sus comentarios.
Kone Arrevillaga C.
Me encanto la comparación, espero poder verla lo más pronto posible. Saludos
ResponderBorrarGracias por leerme! Cuando la veas me dices tu opinión! Saludos
BorrarAún no la veo y tu maravillosa crítica ya me ha hecho llorar y contar las horas para apreciarla, adoro tus reseñas eres mí Ego favorito
ResponderBorrarEs tan íntima, tan nosotros, vas a recordar muchas cosas y a nuestros padres en más de una escena. La vas a amar!
BorrarNostalgia mil 😍 ... y como siempre usted excelente!!! Me encanta leerte 😉
ResponderBorrar