LA TRANSFERENCIA DE LACAN EN EL SEMINARIO 8.
Escribir sobre la transferencia en el psicoanálisis
es escribir sobre el amor, es escribir sobre lo que este desencadena y las
posiciones que se ocupan respecto a tal. Es por eso que creo que el seminario 8
de Lacan es un referente para poder entender justo eso, el amor. Lacan nos
muestra el enigma o mejor dicho la metáfora del amor, a partir de
la lectura que hace de “el banquete” de Platón, específicamente en el discurso
de Alcibíades de elogio, pero no del amor como tal, sino del otro participante
colocado a su derecha, o sea Sócrates, y como respuesta, la intervención de
éste a modo de una “interpretación” sobre el discurso del primero. Su intención
al parecer es situar el objeto
a causa del deseo, ese
objeto preciado que a Alcibíades le gustaría tener y que cree que Sócrates posee,
(sabiendo éste que no lo tiene), y de ahí, es que puede responderle, desde una
posición de “no tener”, por ello lo pienso como una posición respecto a las
estructuras intersubjetivas, como son el Ideal del Yo y el Yo ideal, partiendo
de pensar al sujeto como un sujeto donde es justo ello lo que habla sin que él
lo sepa, incluso, como vimos en estas lecciones, que nada sabe de ello en
cuanto que habla. Y es que Sócrates comprendiendo esto y rechazando responder a
la demanda de amor de Alcibíades le lleva a descubrir la “verdadera” vía de su
deseo, gracias a su “interpretación” es que éste puede dar cuenta que ese deseo
poco tiene que ver con Sócrates. Y es entonces que a partir de lo que acontece
en dicho banquete, Lacan acuña el término griego agalma,
el preciado bien, el valioso tesoro guardado en el interior, y tan deseable,
para referirse al objeto parcial (en términos freudianos, o el objeto a, causa
del deseo en los de Lacan).
Además de ello, con este seminario también nos
propone tomar el tema de la transferencia a partir del amor, recordándonos que
en el inicio de la experiencia analítica siempre fue eso, el amor, desde el famoso
caso clínico de Breuer, el punto de partida del psicoanálisis fue una historia
de amor (raramente correspondida) entre la paciente y el médico, encuentro que
resultó fundamental para entender la transferencia tal como hoy la
comprendemos.
Retomando lo de los discursos del banquete de
Platón, he considerado no abordarlos a profundidad, pues creo que son temas más
que dichos en nuestras sesiones, sin embargo, es importante puntualizar algunas
cosas, entre ellas el “concepto” del amor, específicamente en el discurso nuevamente
de Agatón, de quien lo que interesa es su lugar en el banquete, (pues no hay
que olvidar que él es el amado de Sócrates). De ahí que Lacan crea que hay algo
de divertido e incluso sarcástico en su discurso, Lacan toma los versos que
introduce Agatón como propios, y a partir de ello da rienda suelta a su
discurso, así el amor es lo que nos libera. Y durante su enseñanza en el
seminario Lacan pone en cuestión la significación de los términos griegos
empleados, vemos entonces la diversión, la ironía, la desorientación, y así
toma relevancia la cuestión de “lo inclasificable”, lo “atópico” del amor, esa
puesta en acto que poco tiene que ver con discursos, sino que todo ello es un
acto, como la irrupción intempestiva al final del citado banquete, de ahí que
diga “el amor es eso que se atraviesa en las situaciones significativas, que
nunca está en su lugar, que está fuera de quicio”. Agatón mismo al final de su
discurso, dice de éste que tiene seriedad pero también diversión. ¿Será
entonces que lo mismo nos ocurre con la transferencia?, ¿será que aun estando
advertidos desde lo teórico, solo hay transferencia cuando ésta nos sorprende?
Tal vez por eso es que Lacan basa su postura respecto
a la transferencia en la lectura del Banquete, donde, como sabemos, varios
personajes van a hablar del amor, desde el amor “perfecto”, “sin falta”, el
amor pasional, el amor físico y sexual, e incluso elogios al amor creador y a
la idea del amor perene, (mismos de los que ya apunte no abordaré en este
ensayo), sin embargo Lacan hace énfasis en la postura de Diotima que es puesta
en boca de Sócrates, y es esta aproximación a la que el mismo Lacan rescata a
fin de enseñarnos a Sócrates como exponente de una aproximación a la
posición del analista, resalto “aproximación” por qué claramente nos es
señalado que Lacan nunca afirma que esa sea la postura del mismo Sócrates, no
obstante, si nos detalla la cuestión del lugar de ambos, (analista y filósofo),
posturas que a mi parecer tienen una posición similar desde un enfoque ético,
ya que como vimos en este seminario, ambos deben de sostener una interrogante
sobre el deseo (del analista en nuestro caso), y a pesar de lo que se tiene de
duelo o de muerte, se debe sostener ese deseo y llevarlo hasta el fin de la
cura.
Sumado a ello, a lo largo de esta asignatura vimos
como Lacan nos va mostrado como Sócrates elige servir al amor para servirse de
él pero no para el bien del otro sino para Eros, tal como lo hizo Freud para
liberar su amor neurótico, encuadrado por la repetición, por los traumas de la
historia del sujeto y sus significantes a los que el amor le mantiene fijado,
es decir para dejar libre la capacidad de amar del sujeto que precede siempre a
la elección azarosa del objeto de amor.
Además de lo anterior, dentro del mismo seminario 8
encontramos la crítica de Lacan a la intersubjetividad,
misma que desde un inicio nos aclara que no debe ser entendida como una
relación a dos, es decir, de un sujeto y otro sujeto, ya que para él no se
trata de una relación dual, sino que la intersubjetividad siempre implica una
relación de tres para cada sujeto. En el amor, según entiendo, se trata de una
relación a tres para cada sujeto, ya que para cada uno de los implicados hay un tercero
(su reflejo), así por ejemplo, en una relación, se encuentra siempre reflejado un
doble, (y desde la posición que uno tome, siempre estará también su propio
doble). Si bien no fueron temas que se desarrollaran en clase, creo que es
importante pensar en esto con une lugar donde aparece el fantasma y la relación
de goce, sin embargo esa es otra pregunta que dejaré pendiente. Pero regresando
a la intersubjetividad, podríamos entonces pensar que esta relación de amor
nace en el marco del reconocimiento, mismo que debe ser asimétrico a fin de que
se mantenga una posición del analista, la cual es importante puntualizar que es
puesta por el analizante justamente vía la transferencia.
Lacan “juega” entonces con las dos posiciones
subjetivas en el amor, la pasiva de ser amado y la activa de
amar, de amante, indicando desde el inicio la paradoja de la posición del amor
en el análisis, es decir, según comprendo el sujeto en análisis aprende su falta
desde la posición de amado, de su amar y de su amor transferencial. Cuestión que
resulta importante pues define la discordancia de ambos términos del amor.
Tanto la cuestión de un saber (que no se sabe), el saber inconsciente, como la
del estar sujeto a una falta, que es lo que se encuentra en el análisis, estos
entran en juego en dicha discordancia dado que eso que le falta a uno no es lo
que el otro tiene. Amar, entonces, supone encontrarse con la discordancia, con un
“desgarre” por pensarlo en un término romántico, de eso que no puede ser unido
en una pieza, en unidad. Es entonces un desencuentro respecto a su posición
como amante. De ahí que Lacan plantea “amar es dar lo que no se tiene a alguien
que no quiere eso”, frase que debe ser tomada en todo momento, especialmente en
el dispositivo analítico.
Es a partir de lo descrito, que Lacan se separa de
los psicoanalistas de su época para proponer una nueva postura, una posición distinta
donde no hay interpretaciones que vengan del analista y de sus fantasías, donde
no hay una postura (o discurso) de amo, él
propone una nueva forma o mejor dicho, una nueva posición de “no saber” para el
analista, pero un no saber desde el saber, es decir, desde que se encuentra
advertido de lo que ocurre en el dispositivo clínico; en otras palabras, el
analista está advertido no de lo que el analizante siente, (de eso realmente no
sabe nada), pero sí de que “algo” surgirá entre ellos, y de lo que él desde un
lugar de “amado” en donde le posiciona el analizante hará con ello. Además, el
analista tiene conocimiento de que el otro está en falta, (él propiamente
también, pero eso no es lo relevante para esta idea) por tanto, el análisis se
trata entonces, de que situemos y articulemos el deseo del analista no por
referencia al analizante (como nos lo planteaban
las posturas Postfreudiana y Kleiniana) sino como algo intrapersonal, algo que
se encuentra en puntos de disparidad al entender que los lugares de amado y
amante son justamente eso, dispares.
Se trata entonces de tratar de localizar las coordenadas
que el analista debe ser capaz de alcanzar simplemente para poder ocupar su
lugar, lugar que debe ofrecer espacio al deseo del analizante para que pueda
realizarse como deseo del Otro. Es por ello que la complejidad de la
transferencia no se limita a lo que pasa del lado del analizante, por eso la
cuestión está planteada como qué debe ser el deseo del analista, sino que la
“verdadera comprensión” de la transferencia (entiendo yo) radica en considerada
no como ese cumulo de emociones del analizante, sino también como ese
movimiento en el cual el analizante logra moverse de posición al lugar del
analista (o bien, pasar de amante a amado dentro de su subjetividad). Ello
generaría una restructuración de sus significantes y aún sigo tratando de entenderlo,
pero creo que es a lo que Lacan se refiere con los algoritmos, tema que
seguramente seguiré procesando.
Por otro lado, con la relectura que Lacan hace de
Freud, nos (de)muestra que se puede decir que el deseo está “encriptado” en
una dialéctica, precisamente por estar “suspendido”, es decir, colgado en una
cadena significante constituyente del sujeto. Aquí es importante subrayar que no
es lo mismo el sujeto que la individualidad, o el individuo, pues cada uno de
esos términos mantiene un lugar, y el deseo que nos atañe adviene desde el
sujeto, el deseo pues es un deseo inconsciente dado que hay una cadena articulada
o significante, más bien está fuera de la consciencia. No es entonces, solo una
demanda que puede satisfacerse, es algo continuo, siempre latente e incluso inaccesible
para el sujeto. Fue Freud quien dio cuenta del verdadero soporte de esta
cadena con el tema de la repetición, tal como en “recordar, repetir y reelaborar”, eso que permanentemente insiste,
y lo que tiene de tendencia a la muerte, la pulsión de muerte.
Diciembre 2016.
*cuéntenme que les pareció esta entrada, espero sus comentarios!!
Kone Arrevillaga C.
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