“HAMLET Y LOS TRES REGISTROS DE LACAN”.
Uno de los principales motivos
que consideré al esbozar la problemática de Hamlet, fue que, a pesar de ser un
personaje del siglo XVII, se trata de un hombre actual, las “dudas” que lo
atraviesan son los dramas existenciales actuales, mismos que hasta la fecha
están presentes en distintos discursos, tanto en la clínica como en los
encuentros cotidianos. De ahí que lo piense como un hombre contemporáneo. Y ello,
creo, se debe a una razón muy sencilla, y es que Hamlet es un sujeto que no
logra vislumbrar con facilidad como articular su propio deseo, y es que, el
deseo no puede ser reducido a las palabras, de ahí que intervenga tan medularmente
la instauración de lo simbólico para poder entenderle, en el caso de Hamlet
comprender que desea, pero que no puede dejar de (no) actuar, y de ahí que su
acción sea pospuesta, no indefinidamente, pero si hasta un punto muy preciso,
tal cual, según yo lo veo, como un sujeto de la ciencia actual. Hamlet sólo
hace lo que ha de hacer (matar a Claudio) cuando ya no hay más alternativa,
pareciese que solo logra llevar su deseo a lo real cuando considera que ya no
hay más allá de ese momento, cuando distingue que después de ello, ya no habrá
lenguaje, al menos desde él, es decir, que lo simbólico será devorado por lo
real, lo real de su muerte.
Todo ello además nos ayuda a comprender por qué Hamlet aplaza la acción, ya que podemos concluir que solamente cuando surge su castración (por llamar así a esa “falta” de Ofelia) puede acceder a la acción y por tanto a dar rienda a algo de su propio deseo, el cual, a saber, tiene que ver (según entiendo) mas allá con la petición de venganza de su padre, sino más bien con algo más, que tiene que ver con el deseo de la madre. Pensemos; ella ha sido cómplice de la muerte del rey y no ha tardado prácticamente nada en sustituirlo, de modo que, a mi consideración, se pone en evidencia que Hamlet venga la muerte de su padre y deja desposeída a la madre de objeto de su deseo. Al matar a Claudio se venga de la madre, objeto de deseo del padre. La madre ha traicionado con su deseo, al padre y él (Hamlet) va aplazando la venganza porque sigue siendo cómplice del deseo de la madre (¿sin saberlo?), ello, no será un tema que desarrolle por ahora. Pero que al menos hoy, me ayuda a afianzar los tres registros de Lacan, y más aún, la importancia que ellos tienen en el psicoanálisis actual para no reducirle a una psicoterapia o a una psicología del yo. Es por lo cual, que si bien, aun no termine de comprender a Lacan, y tal vez ni siquiera a Hamlet, si logro esbozar la problemática del sujeto frente a su deseo, frente a esa dicotomía de querer actuar, pero no poder y al mismo tiempo estar advertido del conflicto que ello le genera, sin dejar de lado que el no poder no poder, genera un conflicto mayor.
*cuéntenme que les pareció esta entrada, espero sus comentarios!!
Kone Arrevillaga C.
Al leer que el inconsciente se estructura como lenguaje, comprendemos que el deseo depende de la
búsqueda del reencuentro con la primera experiencia de satisfacción, pero solo con
esa primer experiencia, ya que a partir de ahí estará sometido al sentido, a la
búsqueda de algo ya perdido, lo que al parecer le ocurre en algún momento a
Hamlet, quien parece imposibilitado de saber eso que espera saber, y que es
desde ahí donde se inscribe todo el pensamiento que conocemos respecto a “ser o
no ser”, el cual puede leerse como “reconocer o no reconocer ese deseo”,
admitirle como un deseo propio o como algo impuesto, como la imposición del
propio lenguaje, como un deseo “¿real?” de su padre, al menos en lo que concierne
a matar a Claudio, ello, luego de examinar que no es hasta el final de la obra donde
él, reconoce eso como una necesidad, pero nunca como algo que el busque,
incluso, luego de releer la pieza, lo que se observa es que ese “deseo” parece más
una coartada para postergar su verdadero deseo, que como se sabe, es Ofelia. La
consumación de esa relación es lo que realmente le resulta deseable. Pero
además de este punto, que espero lograr retomar con posterioridad, Hamlet
presenta una diferencia con otros grandes mitos fundantes del psicoanálisis, Edipo,
por ejemplo, y esa diferencia es medular y (creo yo) va a traer consecuencias para avanzar en la comprensión analítica del
deseo, así como los efectos que ello puede producir en la clínica. Y esta
diferencia es el saber; Edipo “no sabe”, y en cambio Hamlet actúa luego de que
su padre le revelara como una pauta de cómo proceder, y es esa pequeña gran
diferencia en donde considero que se demuestra el peso de los tres registros
dentro del mito, ya que ese saber (aun siendo revelado por el fantasma), es lo
que causa el aplazamiento de la acción; la acción de la venganza; es decir, parece
que Hamlet sabe sobre su deseo, pero tiene que fundar ese saber sobre algo que
no sea tan indiscutible. Ello lo vemos en la obra, ya que, a pesar de tener todos los sentimientos necesarios
para actuar, no actúa, y es hasta que se encuentra frente a la
tumba de Ofelia y ve que está muerta que se da cuenta de que ella era el objeto
de su deseo. Lo más sencillo de pensar, es que Hamlet hubiera consumado la
venganza que se le pedía por medio del fantasma, (es a través de la fantasía
como podemos acceder a algo del deseo inconsciente según la lectura que hicimos
de Lacan). Y también parecería muy sencillo apelar a que Hamlet estaba
identificado con su tío y que entonces Claudio realizó lo que Hamlet no se
atrevió a hacer. Y ¿por qué no lo hizo al principio, por qué va aplazando la
venganza si ésta es solicitada por un padre que parece ser admirado por sobre
todas las cosas?
Retomemos entonces
la hipótesis de su reacción al ver a Ofelia muerta. Verla muerta no es
suficiente para que se produzca el sentimiento de pérdida y duelo. Es
necesario, que se dé cuenta que ella ya no está, que ella (como objeto) ya no es, y esta percepción de desaparición
es precisamente lo que permite el surgimiento del deseo, es entonces cuando se
da cuenta, este “ya no estar”, es precisamente la caída del objeto que hablamos
a inicio del seminario, esa caída que da paso a lo simbólico, una caída que a
su vez dará como resultado la develación de su deseo, y por ello es que esa pérdida
crea la falta, falta que a su vez da paso a lo real, que podemos pensar como el
poder seguir los designios de su padre (la muerte como tal).
Todo ello además nos ayuda a comprender por qué Hamlet aplaza la acción, ya que podemos concluir que solamente cuando surge su castración (por llamar así a esa “falta” de Ofelia) puede acceder a la acción y por tanto a dar rienda a algo de su propio deseo, el cual, a saber, tiene que ver (según entiendo) mas allá con la petición de venganza de su padre, sino más bien con algo más, que tiene que ver con el deseo de la madre. Pensemos; ella ha sido cómplice de la muerte del rey y no ha tardado prácticamente nada en sustituirlo, de modo que, a mi consideración, se pone en evidencia que Hamlet venga la muerte de su padre y deja desposeída a la madre de objeto de su deseo. Al matar a Claudio se venga de la madre, objeto de deseo del padre. La madre ha traicionado con su deseo, al padre y él (Hamlet) va aplazando la venganza porque sigue siendo cómplice del deseo de la madre (¿sin saberlo?), ello, no será un tema que desarrolle por ahora. Pero que al menos hoy, me ayuda a afianzar los tres registros de Lacan, y más aún, la importancia que ellos tienen en el psicoanálisis actual para no reducirle a una psicoterapia o a una psicología del yo. Es por lo cual, que si bien, aun no termine de comprender a Lacan, y tal vez ni siquiera a Hamlet, si logro esbozar la problemática del sujeto frente a su deseo, frente a esa dicotomía de querer actuar, pero no poder y al mismo tiempo estar advertido del conflicto que ello le genera, sin dejar de lado que el no poder no poder, genera un conflicto mayor.
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Kone Arrevillaga C.
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